Por MAR CANDELA | Corresponsal Colombia
Hay días que pienso que la cosa más extraña que pude haber decidido hacer en mi vida es participar en un reality. Lo explico mejor, los realitys son escenarios que dan oportunidades extraordinarias a personas que, como yo, de otro modo jamás tendrían la oportunidad de soñar con profesiones tan “inalcanzables”, no obstante como la mujer mentalmente divergente que soy, no deja de cuestionarme esta decisión.
Participar de este reality significa para mí un acto absolutamente político y de algún modo activista, por que al decidir pelear por mi sueño de ser una destacada comunicadora social en un reality donde de ante mano por un análisis antropológico básico era evidente que yo sería nuevamente una yegua entre las vacas como he sido en cada escenario de mi vida desde que tengo uso de razón y la mayoría de veces sin proponérmelo. Era reivindicar a la nadie que soy y darle un espacio visible en un mundo que le es negado a personas tan antisistema social y político como lo he sido yo toda mi vida.
Mi profesor de marketing digital explica aquello de la yegua entre las vacas de otra manera, “la vaca morada”, eso no siempre significó algo bueno para mí, hay días que me siento insensata al decidir participar en un reality a los casi 40 años de vida con todos mis resabios sociales, no obstante recuerdo la razón por la cual lo hice y se me pasa. ¿Por qué lo hice? lo hice por que en Colombia ese derecho a la educación está embololatado para las clases medias y bajas, aquí o consigues una beca siendo una mente brillante que se disputa mediante exámenes con otras mentes brillantes, teniendo en cuenta que las mentes brillantes no las producen las matas y por eso no son millones de personas las que pueden aspirar a una beca estatal, la otra opción es sacar un préstamo impagable en el ICETEX o el banco, con esa opción debes someterte a trabajar de día y estudiar de noche, casi siempre con un sueldo de salario mínimo y si tienes hijos la verdad es que esa idea es ineficiente; si no asumes alguna de esas alternativas simplemente renuncias a ese derecho.
Al comienzo entre con la actitud de abrir el corazón a todos por igual, hablar sin tapujos de mi biografía como lo he hecho siempre en todos mis espacios de comunicación, no para ser pobreteada o admirada sino para decir “yo he podido con todo lo que me ha faltado y fallado, tú con lo que tienes y te ha resultado puedes mucho más”. Quería vivir la academia como vivo mi vida cotidiana, de corazón abierto, autentica, honesta, castiza y directa.
Todos los días de mi vida he batallado contra mi nihilismo y mi misantropía, el ser feminista me ha ayudado a tener una razón real para la esperanza de un mundo mejor, de hecho si yo no fuera feminista sería una persona sin un sentido real de su existencia.
Para mi estar en ese escenario significa algo personal y entiendo todo lo personal como un acto político. Mi sinceridad castiza y mi compartir de saberes resultaron odiosos para muchas personas y mi esencialidad no resulto ser de la simpatía de quienes me acompañarían en esta aventura por una beca.
A la tercera semana la hipocresía de algunas personas y la sinceridad incomoda de otras, sumado a mí sinceridad orgánica y salvaje, pronto estallarían en desnudar mis sombras sin ningún disimulo lo cual desembocaría en un solapado matoneo que me llevaría a hacer un análisis antropológico y humanista más sesudo sobre mi experiencia en este concurso; unque mi anhelo profundo es ganar uno de los quince cupos para ganar beca y certificarme como comunicadora digital, no solo porque sé que voy a aprovechar al máximo cada día de clase para perfeccionarme como comunicadora alternativa, sino porque tengo la certeza que capacitada voy a ayudar a mejorar la calidad de muchas personas desde cada mensaje, por que quiero decirles a todas las personas basadas en sus propios miedos, que me dijeron que no podía vencerme a mí misma para llegar a ser quien quiera ser, “si yo he podido tu puedes más”. Mayor es mi anhelo de dejar una huella en la cabeza y corazón de cada una de las personas que sin conocerme y por mi falta de estilo y mi lenguaje popular, callejero y castizo, decidieron darme una importancia que no merecía y un protagonismo que solo les sirvió para mostrar su falta de creatividad para demostrar que son mejores que yo.
La semana pasada Sergio Barbosa nos otorgó la oportunidad maravillosa de brillar con luz propia en un ejercicio donde teníamos que ser paparazzi., de demostrar nuestra capacidad de improvisar, de crear un contexto único de historia, de impactar con algo novedoso, una oportunidad de dar a conocer nuestro talante profesional. Por la tensión que sentía yo estaba despistada, cuando Sergio Barbosa me dijo que hiciera de paparazzi debo confesar que no sabía qué hacer y lo único que se me ocurrió fue hacer preguntas referentes a la esencialidad de mi interlocutor; debo admitir mi absoluta ignorancia sobre ser una paparazzi, mi anhelo como comunicadora es en otro campo muy diferente entonces la verdad tuve que improvisar como mejor me fluyó.
Mi gran sorpresa fue ver el capítulo 6 y notar que la mayoría de mis compañeros que sueñan con ser presentadores y comunicadores destacados en materia de comunicación social de vanguardia, amantes de los temas de entretenimiento, decidieron gastar su minuto de gloria en hablar de mí… ¡de mí!, en contarle a la audiencia lo insoportable, problemática y grosera que les resulto, en lo mucho que les disgusta mis modos.
Mi primera reacción fue de enojo, odio la estupidez humana y sentí que estaba compitiendo con la estupidez humana, ¿Por qué? por que no hay otra explicación para lo sucedido, era su momento para hablar sobre cosas de interés nacional e internacional, por ejemplo el plan de Shakira de tener su tercer hijo o de cómo aspiraban vivir el mundial los más famosos del país o las tendencias de moda; cada paparazzi tenía la oportunidad de hablar, de brillar con su estilo resaltando temas realmente importantes, ¡yo no era importante!, al país poco o nada le importa si soy una vulgar callejera que disque quiere ser comunicadora digital, presentadora y de ñapa es activista feminista.
Yo estaba muy asustada con la competencia de paparazzis, sentía que todos en el salón iban a ponerme la pata porque yo no manejo ese tema, no obstante mi sorpresa es que para mis compañeros de clase era más importante hablarle a la audiencia de la malvada compañera de experiencia, Mar Candela, que demostrarles la calidad de su trabajo, ninguno quiso demostrar que su nivel profesional estaba muy superior que el nivel profesional de la mal hablada de Mar Candela, todos estaban con lloriqueo infantil dando quejas a la audiencia sobre la caída de la mata de la tal Mar Candela.
Debo reconocer que se me despertaron muchas pasiones, que disfruté mucho siendo la “perra” mala de la historia, aunque me decepcione de la altura intelectual y profesional de mis colegas. Recuerdo las palabras de una difunta amiga: “Si vas a criticar las capacidades de tus contrincantes procura demostrar que eres muy superior a ellos.” En algún punto tenía pensado irme y dejar mi cupo, después del capítulo 6 me reafirme en mi deseo de reivindicar mi derecho a ser putamente libre, a defender mi estilo, es decir, mi “sin estilo”. Gracias a ese capítulo me reencontré con mi causa, es decir, con mi discurso, ese que llevo más de una década proclamando, la defensa del derecho a no gustar, a no encajar, a no ser amada y aun así a vivir putamente libre.
Sé que no era su intensión convertirme en la vaca morada a los ojos de quienes vieran el capítulo, no obstante eso se hizo, me hicieron brillar con luz propia, a los ojos de quienes vieron el capítulo fui la protagonista del show. El trabajo de Mar Candela puede gustar o disgustar, lo único que jamás hará es pasar de agache. La hipocresía no es mi lenguaje y nunca lo será, nunca me convertiré en esa persona que se convierte en otra persona solo para ser amada.
Yo solo espero una cosa, aparte de ser una activista con principios éticos radicales, espero que la vida me permita ser esa reportera desobediente que si opina, que toma partido, que nunca informa sin dar a conocer su verdad, capaz de escribir en la obscuridad de una sociedad mentirosa, hipócrita y doble moralista aun cuando no tenga las palabras precisas y políticamente correctas, ni el timbre o cadencia precisa y le falte la técnica adecuada y no solo eso espero hacerlo con ese lenguaje de calle, popular y castizo que siempre me ha caracterizado aun cuando no logre ser una estrella que firma autógrafos, quiero llegar a ser esa comunicadora alternativa capaz de entrevistar sin miedo.
Con beca o sin beca yo ya soy una comunicadora alternativa, quiero agradecer a todos mis compañeros de Yo Soy Presentador por hacerme entender algo que, aunque lo sabía, no lograba apropiarme, con beca seré mucho mejor de lo que he sido, sin beca también seré mucho mejor de lo que he sido aunque me tome mucho más tiempo lograrlo. Estoy dispuesta a dar lo máximo de mí para tener calificaciones decentes y ojalá más que decentes y lograr la beca, de no lograr la beca aceptaré mi fracaso personal sin pajazos mentales y asumiré que la vida me quiere enseñar muchas cosas antes de darme el privilegio de tener una certificación profesional.
El éxito y el fracaso son dos impostores a los que nunca les he creído, no obstante también son los mejores maestros de sabiduría y templanza y es por eso que, aunque no les creo como victoria o derrota, si les creo como fuente de auto reconocimiento. Mis fracasos siempre han sacado lo mejor de mí y mis victorias me han hecho ver lo insignificante que son todos mis logros frente a la inmensurable posibilidad de perfeccionamiento de mi existencia, por ahora solo tengo que agradecer a la vida por esta oportunidad de aprender tanto de Sergio Barbosa como de todo su equipo profesional, por la experiencia que he ganado en este tiempo y toda la experiencia que aún me falta por obtener. Tengo solo gratitud, nunca dejare de hablar con acritud, esa soy yo.